viernes, 11 de octubre de 2013

CUANDO MARCAMOS UNA LÍNEA PENSAMOS UN LÍMITE


Sin título, 1995 (detalle). Corte de haya.
Proyecto de dibujo mural con grafito.
Pascal Convert


En su ensayo titulado La Demeure, La Souche: Apparentements de l’Artiste, Georges Didi-Huberman establece una reflexión sobre la obra del artista Pascal Convert. Nos interesa especialmente detenernos sobre la descripción que el autor hace del tocón -definido por la Real Academia de la Lengua Española como la parte del tronco de un árbol que queda unida a la raíz cuando lo cortan por el pie- a partir del estudio de los proyectos de dibujos murales con grafito de Cortes de haya de Pascal Convert.



« Lo que el tocón del árbol repliega en sí mismo –en el juego de sus crestas, de sus pliegues, de sus accidentes superpuestos –no es otra cosa que el tiempo excavado. Sus propios trazos de tiempo: el crecimiento del árbol y sus avatares intrínsecos, el secreto de sus heridas, de sus historias de amor y de sus luchas sin piedad con el medio geológico, biológico, meteorológico o histórico. Todos los hilos de estas historias encontrándose en adelante recogidos en el ovillo de de las huellas y los trazos fósiles. Aquí hay una escritura del tiempo, en la que cada línea puede ser pensada como una frontera entre dos tiempos que se bifurcan y se cruzan sin cesar: anillos de crecimiento siguiéndose sin parecerse porque un accidente, un síntoma, ha venido a modificar el curso de la erosión del tiempo. (…)

El tocón es un objeto de crecimiento replegado trazo sobre trazo. Sus trazos son líneas de ascendencia, cuentan linajes. Son como los algoritmos que afloran, ilegibles, de un origen y de una extracción. El tocón, pues, es mucho más que el zócalo del árbol: da sobre todo volumen – turgencia – a su raíz, a su matriz bisexual. Ofrece la condición de un despliegue genealógico, emparenta al árbol, le impone su forma de ascendencia y descendencia. Es una base de evoluciones futuras, una condición vital de posibilidades aún desconocidas. Es una forma sexual, una forma para el deseo, para la angustia, para el parentesco. » [i]



La representación gráfica del tocón y el texto citado nos sugieren esbozar tres ideas sobre el concepto de límite.

1.  El límite marcado: geometrizar un trazo es proponer un sistema.

2.  El límite-bisagra: trazar un límite es articular un espacio.

3.  El límite capaz: habitar una línea es desocupar una forma.


El límite marcado: geometrizar un trazo es proponer un sistema.

¿Qué información se esconde tras el trazo en el dibujo de Pascal Convert? Las líneas que definen el tocón describen trayectorias arborescentes una y otra vez plegadas sobre sí mismas. Crean un tejido de múltiples densidades que se concentran en el borde de la pieza. Nos interesa codificar la geometría del trazo a partir de su observación, estudiar qué parámetros intervienen en la configuración del trazo y como éstos influyen en su recorrido, entender cómo reacciona frente a su entorno y cuáles son sus mecanismos de respuesta.

Para describir de forma precisa y rigurosa el tocón, se debería recurrir a un sistema relacional antes que a un sistema métrico. Los lugares definidos por los trazos del tocón se entienden por relaciones de vecindad, de proximidad, de alejamiento, de adherencia, de acumulación, dicho de otro modo, de posiciones. El tocón así representado se convierte en un territorio marcado.

En la propia naturaleza del tocón está latente una condición temporal, visible en los anillos de crecimiento. Convert yuxtapone en el mismo dibujo dos cortes sucesivos del tocón, desvelando el espacio existente entre ellos: un espacio temporal, en el que el trazo adquiere espesor. Los dos cortes de tocón son secciones inmóviles [ii] que representan momentos estáticos de un proceso temporal.

Determinar qué reglas permiten pasar de una sección inmóvil a otra, es establecer las leyes de anticipación y de crecimiento del sistema. Observar las marcas limítrofes y codificar la geometría de los trazos es proponer un sistema.


El límite-bisagra: trazar un límite es articular un espacio.

Si nos aproximamos desde el centro del dibujo del tocón a sus bordes, percibimos una pérdida gradual de equilibrio estático de la estructura y un giro hacia otro equilibrio posible, el de una estructura que se resuelve mediante un equilibrio dinámico de fuerzas. El límite del tocón, cuyos trazos oscilan entre un interior y un exterior, es un lugar de intercambio que construye un espacio termodinámico.

Este espacio, termodinámico, necesita de un observador móvil, que ocupe el espacio de modo inestable. La mirada del observador del límite cambia en relación con su movilidad, manteniéndolo en una posición activa, de constante descubrimiento. El límite no se ve: se visita. [iii]

El límite del tocón posee su propio principio de movilidad, detenta la potencialidad de convertirse en otra cosa, de evolucionar, de crecer o disminuir. Este límite o cerco fronterizo [iv] opera como bisagra: tiene la propiedad de girar simultáneamente hacia las partes o cercos opuestos, de articular dichos espacios y de funcionar como red de caminos. Trazar límites es establecer pasos mediante transferencias, incursiones e interferencias. Pasos que invitan a pensar sobre situaciones intermedias en movimiento, que expresan al mismo tiempo la acción de pasar a través, el trayecto, la salida, el espacio ambiguo entre dos cosas. Un espacio limítrofe en el que se producen las relaciones, las transiciones y las mediaciones. Trazar un límite es articular un espacio.


El límite capaz: habitar una línea es desocupar una forma.

Desde el interior del límite nos adentraremos en el campo de los juegos, de los descubrimientos y de las conquistas. Pensaremos una arquitectura construida desde la experiencia acumulada en los trazos. Desde el conocimiento científico y riguroso de las leyes que regulan su configuración podremos construir sin una concepción predeterminada de la forma, trasladando la importancia de la misma sobre el proceso que la genera.

Una mirada desde el límite libera de los automatismos de la imaginación, de la ilusión del punto de vista único y de su inmovilidad, perforando y transparentando nuevas realidades, recorriendo el espacio. La velocidad y el movimiento producen un cambio en la mirada: una percepción parcial y desenfocada, múltiple y superpuesta, centrífuga.

El explorador del límite no actúa desde la seguridad del resultado, su objetivo es desafiar cada obstáculo con vistas a superarlo y recorrer nuevos caminos más inseguros -pero también más productivos- en relación con la creatividad. Lo rápido produce deseo de detalle, ampliación o aumento desde la imaginación para suplir la capacidad real de englobar una realidad fragmentada.

Habitando el límite construiremos estrategias desvinculadas de formas establecidas, encontraremos arquitecturas que desocupan formas.[v]







[i] DIDI–HUBERMAN, Georges. La demeure, La souche: Apparentements de l’artiste. Paris: Les Éditions de Minuit, Série « Fable du lieu », 1999. p. 157-158. ISBN 978-2-7073-1681-3. Traducción a cargo del autor.

[ii] Henry Bergson, en su obra Matière et mémoire (1896), expone que no se puede reconstituir un movimiento con posiciones en el espacio o instantes en el tiempo: es decir, con secciones inmóviles. Solamente se puede obtener esta reconstitución añadiendo a las posiciones, o a los instantes, la idea abstracta de sucesión, de tiempo mecánico, homogéneo, universal, idéntico para todo movimiento.

[iii] Michel Serres, en el capítulo Prolongements de Atlas (1994), reflexiona sobre como el desplazamiento modifica el espacio percibido, y establece una diferencia entre el ver -asociado a un observador inmóvil- y el visitar, que demanda una percepción en movimiento.

[iv] Eugenio Trías (1942) reflexiona sobre la noción de límite, resaltando un sentido positivo, para construir su filosofía del límite. Los espacios que articula el límite son denominados por Trías como cerco del aparecer, cerco hermético y cerco fronterizo. Entre el cerco del aparecer y el hermético se sitúa el cerco fronterizo; el límite que –a manera de intersticio, en sentido positivo, como limes– es concebido como un espacio susceptible de ser habitado.

[v] Este escrito es el resultado de una serie de conversaciones mantenidas con Ophélie Herranz Lespagnol.